Cumple 20 años la coronación ante Palmeiras en el Morumbí en la definición por penales. En el total de la era Bianchi, el club sumó nada menos que cuatro Libertadores y dos Intercontinentales, entre otras copas
Hace 2 décadas, en el estadio Morumbí de San Pablo, ante 70 mil almas, Boca Juniors se reencontraba con la gloria en la Copa Libertadores de América. Fue en una definición agónica, por penales, ante Palmeiras. Para levantar el trofeo continental después de 22 años. Y para iniciar una hegemonía en América que perduró cerca una década y que incluyó 4 Libertadores, 2 Copas Sudamericanas, 3 Recopas y 2 Intercontinentales. Todo comenzó en esa noche.
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El penal decisivo de Jorge Bermúdez ante Marcos en una serie en la que ya habían pateado con éxito Barros Schelotto, Riquelme y Palermo retumbó en las gargantas de las cerca de 6 mil almas que viajaron desde la Argentina para ver al conjunto de Carlos Bianchi pese a que el pronóstico era desalentador: el 2 a 2 en La Boca no daba certezas de un título, ni mucho menos. De visitante, ante el Palmeiras de Luiz Felipe Scolari, Boca lo hizo apoyado en las manos de Óscar Córdoba (tapó dos penales) y en todo el empuje de un equipo con hambre de gloria que soportó el asedio del local en los 90 minutos para estirar la resolución.
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En retrospectiva, ese equipo de Bianchi tenía un rodaje poco habitual. Se había coronado en 1998 y había respetado su once casi dos años después. Con una defensa compacta en los centrales Bermúdez y Samuel, y laterales decisivos en Ibarra y Arruabarrena; con un mediocampo con Chicho Serna y la juventud de Battaglia más la experiencia de Basualdo. Arriba, el tridente histórico: Riquelme, Guillermo y Palermo. Pero además fue un campeón que se adaptó y encontró soluciones en el banco con Traverso, Delgado, Marchant, Navas, Gustavo Barros Schelotto, Barijho y hasta Alfredo Moreno.
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Es que la mano del Virrey tuvo que aparecer para emparchar en momentos decisivos a un equipo que igual construyó su épica en terreno ajeno. Un detalle que marcó el pulso y relevancia del técnico en ese equipo: en una final, de visitante, no hizo ningún cambio.
Boca había dejado atrás la fase de grupos con Peñarol, Blooming y Universidad Católica. En los octavos aguantó en la altura de Quito con El Nacional y lo resolvió en la Bombonera. En cuartos de final llegó el cruce histórico contra River, que incluyó piezas para el recuerdo con goles de Riquelme, el caño a Yepes y el gol del retorno de Palermo. Pero el torneo siguió. Y después de una goleada de local, con el gol de cabeza de Walter Samuel ante América de México en el DF para un partido muy sufrido, Boca se metió en esa final tan esperada.
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La noche del 21 de junio encontró a Córdoba; Ibarra, Bermúdez, Samuel, Arruabarrena; Basualdo, Serna, Traverso; Riquelme; Guillermo y Palermo. El once que saltó a la cancha era lo mejor que podía tener a disposición Bianchi aunque la Copa lo había mostrado con versatilidad en los apellidos. Los únicos que jugaron los 14 partidos fueron Córdoba, Samuel y Bermúdez.
Fue el inicio de un ciclo que en ese mismo año pondría de rodillas al Real Madrid y que en 2001 volvería a levantar la Copa Libertadores para ser bicampeón de América. Un hito que desde entonces nadie pudo repetir.
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